La cultura de la dieta es un sistema de creencias que promueve la idea de que nuestro valor está ligado a la apariencia física, especialmente a la delgadez. Este concepto está profundamente enraizado en la vida cotidiana y afecta cómo percibimos la comida y nuestros cuerpos. A menudo no nos damos cuenta de cuánto nos influye. Aquí algunos puntos clave sobre cómo identificarla y evitarla:

1. Comentarios y conversaciones sobre la comida y el cuerpo

Frases como “hoy no como postre porque estoy a dieta” o “me lo merezco por haber hecho ejercicio” son comunes, pero refuerzan la idea de que la comida debe ser controlada y que hay que ganarse el derecho a disfrutarla. Estas narrativas perpetúan la idea de que los cuerpos deben cambiarse o mejorarse, a menudo con culpa o miedo.

¿Qué hacer? Cambia el enfoque de las conversaciones. Hablar sobre cómo te hace sentir la comida en lugar de lo que “deberías” o “no deberías” comer. La comida debe ser placentera, no un campo de batalla.

2. Productos milagro

El mercado está lleno de productos que prometen acelerar el metabolismo, quemar grasa o deshinchar. Estos mensajes se basan en hacerte sentir inseguro y creer que necesitas soluciones rápidas para alcanzar un cuerpo ideal.

¿Qué hacer? Desafía la veracidad de estos productos y busca consejo de profesionales de la salud. Los productos milagro suelen lucrarse de tu inseguridad sin ofrecer resultados reales.

3. La obsesión por el “comer limpio” o “comida real”

Aunque el concepto de comer alimentos naturales y no procesados suena positivo, llevado al extremo puede convertirse en una nueva forma de obsesión. Etiquetar la comida como “limpia” o “sucia” es otra manera de crear restricciones innecesarias.

¿Qué hacer? Recuerda que una alimentación equilibrada incluye todo tipo de alimentos, sin moralizar lo que comes. Todos los alimentos tienen cabida en una dieta saludable.

4. Lenguaje que usas sobre la comida y el cuerpo

Frases como “me porté bien” o “me siento culpable por comer pizza” son señales claras de la cultura de la dieta. Esto fomenta una relación conflictiva con la comida, viéndola como una recompensa o castigo.

¿Qué hacer? Cambia el diálogo. La comida no es una recompensa o un castigo, sino una fuente de energía y placer. En lugar de hablar de portarse bien o mal, enfócate en términos más neutrales como alimentos más nutritivos o menos nutritivos.

5. Cuestiona lo que escuchas y consumes

Revisa los mensajes sobre la comida y el cuerpo que recibes de los medios, influencers o incluso de tu entorno cercano. La verdadera salud no se trata de tallas ni restricciones, sino de sentirte bien con tu cuerpo y sus necesidades.

En resumen:

Identificar la cultura de la dieta es el primer paso para liberarte de sus restricciones. Cambiar la manera en que hablamos, pensamos y actuamos frente a la comida y el cuerpo es clave para construir una relación más libre y compasiva contigo mismo.